La fuga radiactiva en la central de Fukushima ha hecho saltar todas las alarmas sobre las consecuencias que conllevará en la salud de las personas, pues el Gobierno japonés ha reconocido que el escape puede causar daños graves en la población, como el desarrollo de varios tipos de cáncer. Pero además, los expertos temen que también puede llegar a la cadena alimentaria.
No sólo el peligro de la radiactividad está en inhalarlo a través de los pulmones, sino que también es posible que llegue a los alimentos si llueve.
En este caso, las precipitaciones harían que "la radiactividad contaminara el suelo y el agua, con lo que afectaría a los animales también y a las cosechas".
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